
El día que derrotamos nuestros miedos con la fuerza de la solidaridad
La cosa se empezó a cocinar cuando, allá a finales de los años 70 del siglo pasado, acosados por la necesidad de encontrar caminos que nos permitieran sacar del letargo en el que, resignadamente y durante tanto tiempo, habíamos mantenido encerradas nuestras esperanzas, decidimos buscarle a estas una puerta de salida. Fueron momentos de duros debates, compañero; momentos de intensas discusiones que tenían lugar en el foro de confrontación, pacífica, pero no menos intensa, que era el Sindicato. Como resultado de aquellos debates, pronto empezamos a tener conciencia de que nuestro esfuerzo tenía que ir más allá de las meras reivindicaciones laborales perseguidas a través de la lucha sindical para mitigar necesidades; este tendría que ascender a una dimensión mucho más ambiciosa, aquella a través de la cual todos los empleados del Departamento Administrativo de Bienestar Social del Distrito tendríamos el instrumento para trazar la ruta que nos convertiría en los actores de nuestro propio destino. Y poco a poco, muchas veces al calor de una empanada con tinto en la tienda de al lado, una idea empezó a tomar forma en el horizonte: la de crear una empresa de economía solidaria.
Ya con esta semilla sembrada en nuestras mentes, el paso siguiente era el de cómo convertirla en un hecho concreto y para ello tendríamos que vencer el más formidable de todos los obstáculos: el miedo. Miedo al fracaso; miedo a no poder vencer prejuicios; miedo a no poder borrar la desconfianza por otros intentos fallidos anteriormente; miedo a las limitaciones de nuestros recursos; miedo al desafío que implica construir como trabajadores una empresa cuya magnitud dependería, en últimas, de la magnitud de nuestras propias esperanzas, de nuestra determinación y de nuestros sueños.
Porque, compañero, construir, como fue nuestro caso, una empresa de ahorro y crédito es algo más que constituir un fondo para prestar dinero. Implica trabajar en equipo convirtiendo nuestras diferencias en fuentes de crecimiento, compartiendo ilusiones y objetivos de largo plazo, todo ello dentro de lo que es la filosofía de la SOLIDARIDAD.
Fue así que, como fruto de estas y muchas otras reflexiones, después de largos debates y muchas empanadas con tinto, decidimos que estábamos preparados física y mentalmente para afrontar el reto. De esta forma, el día 1º de agosto de 1978, 26 funcionarios del Departamento Administrativo de Bienestar Social del Distrito declaramos, mediante la firma del Acta de Constitución, que le dábamos nacimiento a la Cooperativa para el Bienestar Social, COOPEBIS. Supimos entonces que, por fin, habíamos DERROTADO NUESTROS MIEDOS.